UNA MADRE

El retrato de una ciudad acogedora y esquiva a partes iguales, de una familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la mirada única de una mujer maravillosa en un momento extraordinario.
Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su cometido.
Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que aclara los porqués de una vida entera… Una madre no es solo el retrato de una mujer valiente y entrañable, y de los miembros de su familia que dependen de ella y de su peculiar energía para afrontar sus vidas, sino también un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y mostrar cuando ahonda en su mejor versión.

Gracias a Siruela por el ejemplar :)

Pues después de que Marga y Jose me dijeran que este libro era una maravilla no podía quedarme sin leerlo; y no les faltaba razón.

Alejandro Palomas nos trae una historia familiar, un análisis de cómo es una familia española común, lo que parece que son y lo que realmente son. Y lo hace ambientándolo en un día muy especial, la noche de Nochevieja.

La historia gira en torno a Amalia, la madre, un personaje genial, que enamora desde el primer momento, es única y fuerte, divertida, sensible, y como toda madre que se precie haría cualquier cosa por sus hijos. Pero si que es verdad que a lo largo del libro nos daremos cuenta que los hijos no tratamos a nuestras madres como merecen, y pensamos que son tontas y no se dan cuenta de las cosas, pero una madre siempre sabe qué le pasa a su hijo, aún en la distancia.

Aunque es Amalia la protagonista, nos lo cuenta todo Fer, su hijo varón, gay y deprimido tras una mala experiencia personal amorosa. Y en el relato se mezcla el presente (esa noche de nochevieja), con ciertos recuerdos del pasado que nos harán ir conociendo un poco mejor a nuestros personajes. Aparte de Amalia y Fer, nos encontramos a Silvia, la hermana mayor, que lo ha pasado también mal en la vida y eso la ha ido cambiando hasta volverla demasiado controladora y seria; Emma, la hermana mediana, entusiasta y feliz, pero que en el fondo esconde un pasado trágico que marcará la vida de todos los de su alrededor; Eduardo, el hermano de Amalia, un hombre soltero a pesar de su edad, muy peculiar y dicharachero; y ya por último aparece también Olga, la novia de Emma, y en mi opinión una mujer un poco repelente.

La manera de contarlo de Alejandro es tan fluida que vas leyendo sin apenas darte cuenta, y te metes en la vida de los personajes como si fuese una película que pasa ante tus ojos. Eres capaz de saber cómo se sintieron en cada momento y qué tuvieron que pensar. Me parece una verdadera maravilla su forma de escribir y estoy deseando leer algo más suyo.

Como en toda familia, en esta sus miembros tendrán roces, roces que al final siempre afectan a la madre de manera directa o indirecta, pero ella siempre tiene fuerza y coraje para hacer de tripas corazón y poder curar los corazones de cada uno de sus hijos aún a pesar de que el suyo esté débil y con parches para que no siga rompiéndose.

El final es tierno, demasiado bonito y te hace darte cuenta de todo lo que puede querer una madre, es el amor más verdadero que jamás se puede encontrar y tenemos que aprender a valorarlo.

Una historia que recomiendo 100% porque creo que a nadie podría disgustarle